jueves, 20 de octubre de 2011

Ubicacion



Se piensa que estos grupos originalmente habitaban al sur de la Alta California y que fueron desplazándose hacia el norte en busca de mejores condiciones de vida. De ahí que su lengua materna sea Ko lew, que se traduce como “hombre cazador”, “gente como nosotros” o “los que se van”.

Gracias a su movilidad y adaptación ante las nuevas circunstancias, los kiliwa lograron sobrevivir utilizando como estrategia el desplazamiento, la dispersión y el aislamiento. Sin embargo, estos mecanismos de defensa que tuvieron éxito en el pasado para la conservación de su cultura, en la actualidad resultan insuficientes debido a la disminución poblacional de la etnia kiliwa, que se ha venido acentuando drásticamente; Everardo Garduño asegura que “no existen más de tres decenas de kiliwas”.

Y continúa Garduño: “habría que señalar el fenómeno de la disgregación” puesto que algunos kiliwas viven en San José de la Zorra, San Isidoro y Arroyo de León, en el municipio de Ensenada.

Arroyo de León es la última comunidad indígena kiliwa que queda en Baja California. Se localiza al sureste de Ensenada, cerca del valle de la Trinidad en las estribaciones norteñas de la sierra de San Pedro Mártir, en una zona rocosa y árida que se conoce como Ejido Kiliwas.




Historia


 Kiliwa es el nombre de una comunidad indígena que vive en el norte del estado mexicano de Baja California. Su lengua parece estar emparentada con la familia kohana. El área en la que habitan los kiliwa abarca el valle de la Trinidad, que se localiza entre las sierras de San Miguel, San Pedro Mártir y el desierto de San Felipe. Su población étnica está compuesta por unas cuantas docenas de personas, de las que sólo una pequeña parte habla lalengua kiliwa.Los kiliwa eran cazadores y recolectores. Vivían sobre todo de la recolección de los frutos de pitahaya y otras cactáceas que florecen en el desierto californiano. En las montañas que rodean su territorio tradicional cazaban venados y otras presas. Tras la independencia, los kiliwa fueron despojados de sus tierras, aunque luego les fue restituida una porción de ellas. Debido a las condiciones sumamente duras de la vida en el norte de Baja California, las generaciones más jóvenes de kiliwas han emigrado a las ciudades. La vestimenta tradicional ha sido sustituida por ropa que comúnmente se usa en las zonas urbanas de la frontera con Estados Unidos, a donde se supone que una parte de los kiliwa migra con frecuencia.Es muy poco lo que se sabe de la época prehispánica de los pueblos que, como los kiliwa, habitaron en la peninsula de Baja California. Se han encontrado algunos restos arqueológicos que permiten intuir que aprovechaban los recursos marinos y la escasa flora y fauna de la región para su subsistencia. Sin embargo, nada se sabe a ciencia cierta de su organización social o de sus vínculos con otros pueblos, como los oasisamericanos o los mesoamericanos.Cuando los españoles llegaron a California y Nuevo México apenas unas cuantas líneas dedicaron sus cronistas al pueblo kiliwa, al que con frecuencia se confundió con los laymones y los cochimies. Incluso, en su clasificación de las lenguas indígenas mexicanas, Manuel Orozco y Berra, en mitad del siglo XIX no distingue la lengua kiliwa. La campaña de evangelización entre los kiliwa (y en realidad, entre los pueblos californios, como los llamaron los españoles) tampoco tuvo una gran profundidad. Los jesuitas como Eusebio de Kino fracasaron, los franciscanos apenas dejaron rastros de su presencia en Baja California y los Dominicos apenas tocaron tangencialmente a los kiliwa, desde las misiones asentadas en territorio paipai como Santa Catarina.

Cultura

En las montañas que rodean su territorio tradicional cazaban venados y otras presas. Tras la independencia, los kiliwa fueron despojados de sus tierras, aunque luego les fue restituida una porción de ellas. Debido a las condiciones sumamente duras de la vida en el norte de Baja California, las generaciones más jóvenes de kiliwas han emigrado a las ciudades. La vestimenta tradicional ha sido sustituida por ropa que comúnmente se usa en las zonas urbanas de la frontera con Estados Unidos, a donde se supone que una parte de los kiliwa migra con frecuencia.



Lengua y religión


Actualmente existen menos de diez personas que hablan  la lengua  kiliwa.
Este grupo se encuentra entre las edades de  35 a 80 años, por  lo que existe el riesgo de su extinción y, como consecuencia, de su cultura, lo que afectaría la  diversidad cultural de México y el mundo.


Existen principalmente dos linajes que mantienen la lengua: el Ochurte y el Espinoza.  Se  estima  que  en total quedan unos cien descendientes de la cultura  kiliwa; no  obstante, viven   en rancherías dispersas, principalmente en las faldas de la árida sierra de San Pedro Mártir.


El matrimonio generalmente se realiza  entre miembros del mismo  grupo; sin
embargo, se efectúan alianzas con miembros de los grupos  indígenas  vecinos  y con población  mestiza.


La  supervivencia  de  los  kiliwa  es  un tema serio para la biodiversidad   de la
región,  puesto que su  población  y su conocimiento  tradicional  en  el uso de  los
abundantes recursos  naturales son el  resultado de  miles  de años de  adaptación a los ambientes locales. La desintegración  del grupo como resultado de la  alta de oportunidades  económicas dentro  de la comunidad  vuelve todavía  más urgente las alternativas para su  desarrollo económico  sostenible.


Poco se sabe de la vida religiosa de estos grupos, aunque existen datos que revelan el culto a deidades ancestrales. Todos poseen una concepción animista del mundo, es decir, conciben que las cosas están dotadas de espíritu, particularmente los componentes naturales, por lo que honran con ritos propiciatorios; asimismo, consideran de suma importancia las celebraciones dedicadas a sus difuntos.

Artesanías: Kiliwa

Los artesanos kiliwas, dominan el arte del trabajo con piel de res con el que elaboran vistosos alforjas que lo mismo sirven para guardar semillas, frutos secos o transportar provisiones a caballo, así como para complementar una  decoración rústica.