Actualmente existen menos de diez personas que hablan la lengua kiliwa.
Este grupo se encuentra entre las edades de 35 a 80 años, por lo que existe el riesgo de su extinción y, como consecuencia, de su cultura, lo que afectaría la diversidad cultural de México y el mundo.
Existen principalmente dos linajes que mantienen la lengua: el Ochurte y el Espinoza. Se estima que en total quedan unos cien descendientes de la cultura kiliwa; no obstante, viven en rancherías dispersas, principalmente en las faldas de la árida sierra de San Pedro Mártir.
El matrimonio generalmente se realiza entre miembros del mismo grupo; sin
embargo, se efectúan alianzas con miembros de los grupos indígenas vecinos y con población mestiza.
La supervivencia de los kiliwa es un tema serio para la biodiversidad de la
región, puesto que su población y su conocimiento tradicional en el uso de los
abundantes recursos naturales son el resultado de miles de años de adaptación a los ambientes locales. La desintegración del grupo como resultado de la alta de oportunidades económicas dentro de la comunidad vuelve todavía más urgente las alternativas para su desarrollo económico sostenible.
Poco se sabe de la vida religiosa de estos grupos, aunque existen datos que revelan el culto a deidades ancestrales. Todos poseen una concepción animista del mundo, es decir, conciben que las cosas están dotadas de espíritu, particularmente los componentes naturales, por lo que honran con ritos propiciatorios; asimismo, consideran de suma importancia las celebraciones dedicadas a sus difuntos.
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